Chapter 21
Capítulo 21
Pedro todavía se equivocaba al pensar que ella pidió el divorcio debido a que estaba enfadada por lo que pasó aquel día. Aunque era innecesario, Bella no pudo evitar preguntarle: NôvelDrama.Org copyrighted © content.
-Ya que sabes que ese día era el quinto aniversario de nuestro conocimiento, y yo dio mucha importancia a este día sin falta, ¿por qué fuiste a cenar con Anna?
Pedro respondió con un rostro indiferente: -Para mí, no es diferente de un día normal.
Tenía razón, porque no la amaba, así que no era necesario conmemorar ese aniversario. Todo era su propia expectativa.
-No sé por qué antes yo tenía la valentia para pensar que un día sería capaz de conmoverte. Bella se burló de si misma en voz baja.
Sin embargo, Pedro no escuchó lo que dijo con claridad, pues con sus ojos oscuros la miró.
La tez de Bella volvió a la normalidad y le declaró: -No estoy armando el alboroto por ningún asunto, me lo tomo en serio el divorcio.
Al escuchar que todavía hablaba de divorcio, Pedro puso mala cara: -Bella, ¿quieres casarte y divorciarte a tu antojo?
Sus palabras a Bella le hicieron gracia: ¿Cómo? ¿Acaso no quieres deshacerte de mí y estar con tu confidente cuanto antes?
A Pedro le desagrada el tono de Bella, agudo, sarcástico e indolente. Entonces, le replicó:
-Yo decido si quiero librarme de ti. No tienes derecho a aprovechar a mi abuela para obligarme a casarme contigo a tu antojo, y luego mencionas directamente el divorcio como quieras.
-¿Entonces qué quieres?
¡Me has torturado durante tanto tiempo, debes esperar a que yo también te torture lo suficiente!
para -¡Loco! -Bella dejó la cuchara de sopa y se levantó-. Todavía faltan más de treinta días el cumpleaños de la abuela, nos divorciaremos entonces, no esperaremos ni un momento más.
-Bella, ¡ni se te ocurra!
Lo que dijo Bella ensombreció el apuesto rostro de Pedro. Él simplemente le dio un ultimátum: -Y ya que no quieres ser la señora Romero, entonces tienes que convertirte en mi buena esposa hasta
que me cans
Tras decir esto, Pedro tiró los palillos y abandonó la mesa primero.
-Pedro, ¿te vuelves loco, verdad? -Bella gritó a su espalda.
Hace unos días, Pedro tenía ganas de deshacerse de ella enseguida, pero hoy dijo que ella tenía que estar con él hasta que se aburría de ella. ¿Acaso no se cansaba de ella hace tiempo?
¡Ve a acudir al médico si tienes problemas mentales, no seas mi lastre! -Bella le maldijo. Sin embargo, Pero le hizo a caso a pesar de sus gritos, ni volvió la cabeza ni un segundo, abrió
la puerta y salió directamente, dejando a Bella sola y enfadada en el comedor.
-Ding–dong, ding–dong, ding–dong, tu cariño te recuerda que atiendes la llamada- En ese momento, sonó el tono de llamada de Bella. Se trataba de un tono que Bella había grabado especialmente para que lo usara Pedro, pero a él no le gustaba, así que Bella lo empleó como su tono de llamada, pensando que si Pedro se acostumbraba a escucharlo, a lo mejor. querría usarlo. Bella no entendió por qué antes estaba tan cegado por el amor.
Hola, Elena. Bella cogió el teléfono.
-¿Quién te ofendió, por qué estás tan enfadada? -Elena Rodriguez, su amiga, le preguntó por curiosidad.
Nada, solamente me mordió un perro.
Bella hizo un gran esfuerzo para descargar el malhumor de su corazón y preguntó: -¿Por qué a esta hora no acompañas a tu buen marido y en cambio me buscas?
-Hoy le toca el turno de noche. -Elena respondió dulcemente y continuó-. El cumpleaños de mi marido se acerca pronto, quiero ir al centro comercial a elegir un regalo para él, ¿estás libre mañana, quieres ir conmigo?
Bella miró la tarjeta negra que tenía delante y contestó: -¡Vamos!
¡Ella no sólo queria ir, sino que también decidió hacer compras locamente con la tarjeta de Pedro para desahogar su ira en el corazón!
Al día siguiente, Bella y Elena se vieron en el centro comercial.
-Oye, simplemente ha pasado medio mes, tienes mucho mejor aspecto -Elena le hizo bromas–¿Por fin te has nutrido de Pedro?
Sin embargo, la verdad era que Bella recientemente no estaba en dieta, todos los días comía a tiempo. Además, hoy por la mañana también tomó un tazón de sopa de arroz con ejiao, así que tenía buen aspecto.
-No lo menciones, lo que afecta mi estado de ánimo. -Bella le dijo. Yo contaba con la belleza natural, no es necesario depender de este hombre ingrato.
Escuchando sus palabras, Elena le preguntó insegura: -¿El hombre ingrato se refiere a… Pedro?
-No puede ser el médico Díaz de tu familia.
-Pero…
-No digas más. -Bella sabía lo que Elena iba a decir, y no era más que el cliché sobre su amor profundo por Pedro.
Luego Bella cogió del brazo a Elena y dijo: ¡Vamos a hacer compras, compramos mientras hablamos!
Bella fue primero al mostrador de joyería, como una nueva rica, señaló la fila de mostradores más caros con un dedo y dijo:
-¡Este, ese y ese, comparé todos estos!
Cuando la vendedora oyó esto, sus ojos se iluminaron tanto que estuvo a punto de llamarla el
Dios de
la Riqueza.
Elena, por su parte, se quedó estupefacta y le preguntó: -Bella, ¿qué te ha estimulado? Aunque tienes dinero, no puedes desperdiciarlo de esta manera.
Bella respondió:
pena.
-Es el dinero del hombre ingrato, si no lo gasto a mi capricho, me da mucha
Diciendo eso, Bella pensó que si ella misma no lo gastaba, al final acabaría en el bolsillo de Anna, y no quería que ella sacara provecho.
-¿Qué te apetece? Yo te lo regalaré.
Después de pagar con la tarjeta negra, esta adinerada generosamente le dijo a Elena.
Elena negó con la cabeza: -No quiero involucrarme en vuestro asunto, mejor voy a la zona de ropa de hombre y elegiré las camisas de rebaja.
En realidad, Elena innecesariamente compraba la ropa de rebaja. Con los ingresos de su marido, era capaz de hacer compra gastando más de cientos de miles de dólares, pero no podía despilfarrar como Bella realmente.
Las joyas eran caras y preciosas, así que no era conveniente que Bella hiciera compras llevando estas, entonces la vendedora se ofreció a enviarlas a su residencia.
En su camino a la zona de ropa de hombre, Bella compró más ropa y zapatos de marca de alto lujo, haciendo que Elena se quedara atontada, pues le preguntó:
Bella, ¿de verdad estás bien?